Leonardo Polo
El límite mental y su
abandono.
Cuando conocemos
objetivamente convertimos el ser en objeto y lo desrealizamos es decir
reducimos la belleza del ente real a una entelequia. Pero si podemos caer en la
cuenta de este límite mental es porque podemos abandonarlo. El abandono del
límite mental o de esta reducción que cometemos posibilita el conocimiento del
ser y hace viable la metafísica. La realidad no está en los pensamientos, sino
más allá de los pensamientos. Leonado Polo afirma “el yo pensado no piensa”
quiere expresar que hay más ser que pensamientos, por lo que es posible pensar de
otra forma que vaya más allá.
Lo importante del pensar no es lo que pienso sino que
verdaderamente estoy pensando es por eso que el pensar es un acto o perfección
del hombre. En Aristóteles, la noción de acto tiene dos niveles: como
entelékhria y como enérgia. A estos dos, Tomás de Aquino añade el actus essendi
o acto de ser y Polo añade un cuarto: el conocer habitual.
Hay más realidad en ti que en tus pensamientos; mediante el
pensar habitual, que es una forma de ver la realidad, establecemos la distinción
entre esencia y acto de ser, y pensamos el acto de ser, estamos abandonando el
límite mental estableciendo un conocimiento habitual del ser como principio por
el cual vemos la realidad. Pensamiento habitual no significa que sea potencial,
sino que es actualidad eminente, mayor que la llevada a cabo en la objetivación
de los conceptos.
El abandono del límite mental hace accesible el ser. Tras el
acceso al ser, se puede alcanzar lo que es además de la conciencia y de las
operaciones es decir, la existencia humana el ser personal que no solo
existe, sino que co-existe y la esencia humana, la esencia de la persona.
La antropología poliana se apoya en dos
pilares: la libertad y el don.
La libertad constituye el núcleo de la
persona que se manifiesta como la imposibilidad de un pensamiento y una
voluntad nunca llenos, insaturables. De ese núcleo de la persona, que es
libertad, brota lo inédito como revelación e su intimidad: el don, la
capacidad de otorgar. Entonces la persona se manifiesta como ser donal, capaz
de dar sin perder, de adquirir dando. Pero la persona puede ser don porque en
su intimidad hace referencia a una Persona Infinita de quien se origina y a
quien se destina.
Conclusión
El existente
humano no es un ente, sino un ser personal; no le conviene la noción de
sustancia, ni la de ente; por ello la metafísica puede completarse con una
antropología trascendental capaz de ampliar los trascendentales con la
libertad, la persona, el don y el además o co-existencia. El pensamiento de
Polo se nos presenta así como un personalismo cabal.
Bibliografía:
Historia de la filosofía IV Filosofía Contemporánea. Mariano Fazio, Francisco
Labastida. Colección Albatros. Editorial Palabra.
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